miércoles, 13 de septiembre de 2017

"Parecería que la educación institucional en el mundo tiene buenas intenciones. Se piensa mucho, se mantienen reuniones, se discute cómo podrían llevarse a cabo las reformas, se invierten grandes sumas de dinero...Pero casi todos los que están involucrados en dicha empresa están 'quemados' o desmoralizados, sienten que no pasa nada, que no pueden hacer nada de verdad, pues la inercia institucional es poderosísima. Aunque esto podría considerarse como algo inocente frente a otros males del mundo, no lo es, pues se trata nada más y nada menos que del órgano de desarrollo:la institución a la que incumbe la evolución de las personas de manera fundamental. 

Educar es fomentar el desarrollo de los individuos, y este proceso fracasa rotundamente al no cumplir con esta función, en tanto que se ocupa de algo completamente diferente: no se educa el corazón, no se educa a la persona para vivir, no se la conduce para ser ella misma, no se desarrolla el espíritu, lo que somos. Y nadie lo cuestiona. Si uno empieza a hablar de este tema, puede apreciar cómo la educación se ha convertido en un gran elefante blanco, una institucióninamovible. ¿Por qué? Porque es inmensa y está altamente burocratizada."

Claudio Naranjo, El eneagrama de la sociedad



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